Por Marcela Latorre*
Fotografía: Retiro de Niños de la Copehu en el Parque de Estudios y Reflexión de Manantiales.
Ya se termina el gobierno de Sebastián Piñera y no
podemos dejar pasar un acontecimiento que sucedió mientras era Ministro de
Educación el Señor Joaquín Lavín.
En medio de la gran movilización estudiantil del
año 2011, se dictó un Decreto Exento, el Nº 1363 del Ministerio
de Educación, que disminuyó una hora semanal de Educación Artística
en 5º y 6º básico y fundió Artes Musicales con Artes Visuales en 7º y 8º
básico. Así Música y Artes Visuales tienen tres horas en los colegios con
jornada escolar completa y dos en los que no adhieren a este régimen. Para
qué mencionar a las otras expresiones artísticas, que con suerte aparecen en
algunos talleres extra programáticos.
Lo que se buscaba con
esta medida era incrementar las horas de lenguaje y matemáticas. Queda claro
entonces cuales son los seres humanos que se quiere formar; seres humanos intelectuales, que rindan
pruebas de ingreso a las universidades con un gran puntaje.
No olvidemos que las
pruebas de ingreso a la universidad son también validadas por los gobiernos de
la Concertación y profundizadas en el gobierno de la Alianza. Estas pruebas
buscan generar mercado, una lucha inagotable entre preuniversitarios y
establecimientos educacionales para demostrar quiénes tienen a los “mejores”
estudiantes, profundizando en el valor de la competencia.
El punto central, es
que la creencia que opera en este tipo de gobiernos, es que los seres humanos
somos seres competitivos.
Esta creencia que
pareciera ser la única que opera en el mundo, está siendo derrumbada, ya que en
paralelo se están desarrollando nuevos modelos educativos, donde la
colaboración reemplaza a la competencia, donde queda demostrado que no somos
seres competitivos, es más, son nuevas metodologías que apuntan a construir a personas
integrales y no sólo intelectuales.
Sin duda el arte es una de las
herramientas que aporta en un modo
circular de trabajo, es decir sin competencias, propiciando el trabajo en
equipo, la complementación, la transmisión de las propias virtudes y la
colaboración.
Patricia Lacolla, Betty Córdoba y Marcela Pratt, artistas
y docentes argentinas, en el año 1992 impulsaron un proyecto que se llamó I.D.E.A. (Inicialización y desarrollo
de la expresión artística) y demostraron en la práctica, lo importante
que es el arte no sólo para desarrollar una disciplina, sino que también puede
ser usado para integrar de mejor manera materias del resto del currículum
escolar como medio para llegar al descubrimiento del conocimiento, por ejemplo;
descubrir la matemática a través de la música y el baile, descubrir la
geografía a través de la arcilla y el modelado, entre otros.
Actualmente son miembros de la
COPEHU, Corriente Pedagógica Humanista Universalista, movimiento internacional
que parte de la premisa de que la inspiración no es propiedad de algunos genios
sino que es un estado mental al que puede acceder todo ser humano y que el
acceso habitual a ese estado devela, impulsa y potencia las mejores virtudes de
las personas. El arte, en todas sus expresiones, propicia la inspiración. Desde
este planteo, el arte tiene que estar integrado en todo currículum educativo.
Por su parte, en el Área de
Educación del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes hay un par de
programas que buscan unir el arte con el curriculum y que además han demostrado
que no sólo el aprendizaje es más significativo, sino que también el
comportamiento entre los estudiantes con más dificultades de inserción social,
cambia radicalmente, sintiéndose integrados y transformando su conducta de una
manera muy positiva.
Estos programas son pequeñas luces
de que hay personas, incluso dentro de estos gobiernos, que están poniendo la
mirada en lo nuevo, sin embargo no cuentan con la fuerza y los recursos
necesarios para influir de manera más macro.
Es claro que estos intentos hasta
ahora no lograrán hacer las transformaciones radicales que se requieren, por un
tiempo más seguirá primando una educación que ya no va con los nuevos tiempos.
Pero, la presión estudiantil, que sabe de la gran necesidad que existe por
cambiar el modelo educativo, más estos pequeños programas que desde adentro
iluminan con buenas intenciones y las
nuevas corrientes pedagógicas, que están demostrando que otra visión es
posible, lograrán vaciar este sistema escolar que caerá desapercibido mientras
crece la pedagogía que posibilita, que educa para generar conciencias activas,
que humaniza, que inspira y que abre el futuro a las nuevas generaciones.
*Marcela Latorre es actriz, periodista, pedagoga
teatral e impulsora de la COPEHU (Corriente Pedagógica Humanista
Universalista) en Chile.
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